LA REALIDAD OCULTA

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José María Ibáñez.

domingo, 15 de mayo de 2011

EL ORIGEN DE LAS PROFECÍAS MAYAS

Foto: http://www.elfindelmundohoy.com/
MARÍA ESPERANZA RIGO

Pocas profecías han levantado tanta expectación como las realizadas por el pueblo Maya y que tienen como protagonista principal al ya más que cercano año 2012.
Hablan las malas lenguas que se acerca el fin del mundo, basando la mayoría de sus argumentos en que el calendario sagrado de los Mayas, el Tzolkin, que tantos fenómenos ha predicho (y con gran exactitud por cierto) acaba bruscamente en diciembre del referido año. Otras lenguas, más benévolas, matizan que en realidad no estamos ante el fin de nuestro estimado planeta azul, sino que se trata más bien de una transformación espiritual del Hombre a niveles tan profundos, que representará el fin de la Humanidad tal como la conocemos hoy en día. Ya que los Mayas, al igual que muchas otras civilizaciones del pasado, creían que el motivo principal de nuestra existencia era la evolución continuada en formas de vida cada vez más espirituales que materiales.


Sea como sea, la pregunta que se nos plantea es clara: ¿por qué esa fecha?
Para dar respuesta a tal cuestión, debemos antes mencionar los grandes conocimientos astronómicos que poseía este pueblo, conocimientos que les llevaron a predecir y, como hemos dicho, con sorprendente exactitud, algunos de los fenómenos astronómicos que hemos tenido ocasión de vivir en los últimos años, como por ejemplo el eclipse parcial de sol que tuvo lugar en agosto de 1999 y que marca el inicio de los últimos tiempos que, siempre según los Mayas, nos ha tocado vivir.


Otro fenómeno, y de gran relevancia también para el cumplimiento de dichos augurios, son los cambios predichos por este milenario pueblo y que afectan directamente a nuestro estimado astro rey. Conforme a las profecías Mayas, y como así a sido, en los años precedentes al 2012 el Sol iba a sufrir grandes cambios y toda una serie de transformaciones necesarias para el proceso evolutivo que estamos a punto de experimentar. Pues bien, todos esos cambios, constatados por astrónomos de gran prestigio en todo el mundo, ya se han iniciado, hasta el punto de que la comunidad científica, se ha visto obligada a declarar que los últimos acontecimientos han pulverizado todos los modelos predictivos que habían realizado referentes a nuestra estrella (ver página oficial de la NASA).

EL CALENDARIO MAYA
Pero para volver al tema central de nuestro escrito, el origen de las profecías Mayas, debemos adentrarnos en el Tzolkin o calendario sagrado maya. Dicho calendario (y esto es de gran importancia) está basado en el ciclo anual de las Pléyades, grupo de estrellas situadas en la constelación de Tauro y que se encuentra a una distancia aproximada de unos 440 años luz de la Tierra. Los Mayas llegaron a la conclusión de que todo nuestro sistema solar gira alrededor de una de las estrellas pertenecientes a este conjunto, en concreto a la conocida como Alción o Alcione, lo que la convertiría en el sol de nuestro sol, nada descabellado si tenemos en cuenta que en el Universo todo se mueve y todo gira entorno a algo.
En su cíclico recorrido alrededor de dicha estrella, lo que ocurre con nuestro sistema solar es que se acerca o aleja (en dependencia del momento en que se encuentre) del centro de la galaxia, para los Mayas, Hunab-Kú. A este recorrido se le denomina Día Galáctico y tiene una duración de 25625 años, divididos en 5 etapas menores de 5125 años cada una.


El primer ciclo, y el que supuestamente estamos a punto de iniciar, sería el denominado Mañana Galáctica, y en él, tras unos tres días de absoluta oscuridad, estaríamos ante un nuevo amanecer ya que tendríamos la oportunidad de que un nuevo sol (el corazón de la galaxia) nos alumbre. En el segundo ciclo o Mediodía Galáctico, nos encontraríamos en el punto más álgido de nuestro recorrido.  El tercer ciclo, la Tarde Galáctica, nos iría acercando lentamente a la noche de este largo día. El cuarto ciclo, el Atardecer Galáctico, nos traería ya a la quinta y última etapa, la Noche Galáctica, en la que entramos el 3113 a. de c. y de la que estamos a punto de salir.


Cada vez que nuestro sistema solar finaliza una de esas etapas e inicia otra Hunab-Kú, el gran dios, emite un rayo sincronizador que ilumina toda la Vía Láctea, impactando directamente sobre nuestro sol, que a su vez lo proyecta hacia el resto del sistema solar. Dicho rayo era conocido como la respiración de Hunab-Kú, ya que para los Mayas el Universo entero es un gran ser, y el centro de la galaxia es el corazón, cuyo latido se deja sentir cada 5125 años.


La próxima de estas respiraciones tendrá lugar en Diciembre de 2012. Actualmente nos encontraríamos, siguiendo los preceptos del Tzolkin, en el último Baktun, los últimos veinte años que conforman el período de transición entre un ciclo y otro. Es el Tiempo del No-Tiempo, el momento de hacer una profunda reflexión sobre nuestro comportamiento como especie, como individuos que conforman un Todo en el Universo entero, el momento de prepararse para el gran salto evolutivo que se avecina.


¿Quién tendrá razón, los que auspician un fin inminente, los que predicen un gran cambio o los que opinan que, como en otras ocasiones, sencillamente no ocurrirá nada? Paciencia. En poco más de un año obtendremos la respuesta.

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